31 de julio de 2005

El Rey de los Atunes

“Cuando míster Pompón tenía diecisiete años era lavaplatos del Hotel Virginia. Alto, macizo, de fuertes hombros y manos grandes, velludas, poderosas, estaba aburrido de sus oficio. Ya había pasado por muchos otros y ahora pensaba seriamente cambiar de nuevo. No era posible que un hombre como él, recio como un toro, perdiera su vida en un hotel de quinto orden. Ganaba poquísimo dinero y míster Pompón ambicionaba una fantástica fortuna.
Todas las tardes, mientras lavaba distraídamente platos y tazas de todos los tamaños, reflexionaba en su destino.
“Hay hombres nacidos para vivir contentos de su suerte –pensaba-. Un mínimo salario les satisface. Yo no soy como ellos. Día ha de llegar en que tenga automóviles, un barco, un avión, hermosas casas de 50 pisos y coma tan copiosamente que, desde mi dormitorio, mientras duerma la siesta, oiga el apagado rumor de cien lavaplatos que trabajan para mí”.

Así comienza la historia de míster Pompón en "El Rey de los Atunes”, cuento del escritor chileno Hernán del Solar que fue editado por Editorial Rapa Nui en el año 1947.
El escritor nos relata sobre los cambios que va experimentando míster Pompón una vez que, por esas cosas del azar, abandona su oficio de lavaplatos. Decidido a cambiar su destino y a encontrar su "estrella de la suerte", un libro llega a sus manos. Sentía una fuerte intuición, sabía que algo muy grande estaba por sucederle. Observando oportunidades por todos lados y decidido a trabajar, se encuentra con una lata de sardinas.
Hernán del Solar posee una magia particular para contar historias, lo hace en un lenguaje simple, claro y preciso y nos invita a chicos y grandes a reencontrarnos con el mundo de la imaginación y los sueños.
Les recomiendo leer:
- La Porota
- Cuando el Viento Desapareció
- La Casa Colorada

Se dijo sobre el autor:
“Si me preguntan por el primer mérito de estos cuentos (para niños) de Hernán del Solar, yo contestaría así: a diferencia de otros relatos infantiles, éstos no suponen que el niño es un simple adulto disminuido, o una mente inferior a la que hubiera que explicarle todo, o a la que pudiera engatusarse con el truco de falsas maravillas. Estos cuentos hablan precisamente a la inteligencia del niño, a su singular fantasía, a su sentido tan puro de lo maravilloso. En otros términos, hablan al niño que todos somos, que seguimos siendo; el pequeño primitivo que, dentro de nosotros, sigue pidiendo “que le cuenten un cuento”, que lo proyecten, que lo hagan soñar, que lo encanten con el encantamiento primario delanarración”.

Ignacio Valente, poeta y crítico literario chileno conocido también como José Miguel Ibáñez.

Diccionario de la literatura Chilena, Efraín Szmulewicz, Selecciones Lautaro, 1977. Pág.436.


30 de julio de 2005

Traten de Despertar







TRATEN DE DESPERTAR

Traten de despertar
y acompáñennos
campanas que han olvidado su sed de espacio,
arcoiris en dónde quería vivir una niña,
tardes que pasábamos en el tejado de zinc
leyendo a Salgari y a Julio Verne,
tardes como las sandías que poníamos a enfriar
en el río,
como los pies desnudos de los niños que
caminaban por los rieles del desvío
al aserradero,
como el beso de la muchacha en la penumbra
de la bodega triguera.
Acompáñennos,
rechinar de las mariposas de hierro,
veletas quejumbrosas,
cielo de la hora de la novena
tan cercano que pronunciar un nombre
podría romperlo,
cielo en donde se hundían las palomas cansadas
de la iglesia.
Acompáñennos
a nosotros que hemos visto al sol
transformarse en un girasol negro.
A nosotros que hemos sido convertidos
en hermanos de las máscaras muertas
y de las lámparas que nada iluminan
y sólo congregan sombras.
A nosotros
los desterrados en un lugar en donde nadie
conoce el nombre de los árboles,
donde vemos todo próximo amor
como una próxima derrota,
toda mañana
como una carta que nunca abriremos.
Acompáñennos,
porque aunque los días de la ciudad
sean espejos que sólo pueden reflejar
nuestros rostros destruidos,
porque aunque confiamos nuestras palabras
a quienes decían amarnos
sin saber que sólo los niños y los gatos
podrían comprendernos,
sin saber que sólo los pájaros y los girasoles
no nos traicionarían nunca,
aún escuchamos el llamado de los rieles
que zumbaban en el medio día del verano en que
abandonamos la aldea,
y en sueños nos reunimos para caminar
hacia el País de Nunca Jamás
por senderos retorcidos iluminados
sólo por las candelillas y los ojos encandilados
de las liebres.

Del libro "Poemas del país de nunca jamás",
colección "El Viento en la Llama", 1963.
Jorge Teillier, poeta chileno.

25 de julio de 2005

Primavera, verano, otoño, invierno...y otra vez primavera

Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera.
El nombre de la película fue lo primero que me llamó la atención y luego la recomendación de un amigo que me aseguró era de todo mi gusto. Fui hace unas semanas atrás, al Cine Tobalaba que está en Providencia y quedé maravillada con esta joyita que nos regala el director coreano Kim Ki-duk.
La película es una invitación a entrar en la intimadad de la casa de un monje budista y su discípulo que viven en una pequeña habitación anclada en un lago rodeado por árboles que se parecen a los castaños, avellanos y robles. Es provocadora y significativa, llena de detalles. Las puertas cumplen un papel fundamental. Recuerdo la grande de la entrada que está hundida en el agua y que los visitantes debían cruzar, mojándose hasta la altura de las pantorillas, para alcanzar la embarcación que los llevaría hasta la puerta de la casa. El abrir y cerrar de estas puertas es una forma que utiliza el director para entrar y salir en las emociones humanas.
La analogía que establece Kim Ki-duk entre las estaciones del año y los procesos de la vida de los protagonistas es una apuesta creativa que no había visto en el cine.
La fotografía es excelente, sus encuadres son repetitivos en la forma pero su contenido varía cada vez. Personalmente me impresionó ver los mismos árboles plantados en el agua que cambiaban su follaje de acuerdo a las estaciones del año. Tengo una especial fascinación por los árboles por lo que las escenas fueron un verdadero deleite para mí.
La música la compone el entorno y la percusión que nos toca el maestro en los rituales de contemplación.
Todo está en movimiento en la película y se ven quiebres importantes en la vida contemplativa de estos hombres, fuertemente instintivos que se van modelando con el paso del tiempo y la adolescencia, madurez y adultez.

24 de julio de 2005

Música

La Leyenda del tiempo
La primera vez que escuché flamenco de verdad fue en una posada que queda en lo alto del Albaicín en Granada, España. Eran el cantaor, su voz gitana y su guitarra. Era su voz lo más impresionante. Yo intenté acompañarla con las palmas. La música resonaba hasta el Palacio de la Alahambra que se impone al frente de este sector.
También me hace recordar un momento especial que viví una noche en Chefchaouen, un pueblito de las montañas del Rif en Marruecos. Fue un llamado a rezar en plena noche, más largo que lo habitual, los musulmanes oran varias veces al día. La música de su voz, amplificada por un altoparlante, entraba por la ventana de la habitación que estaba ubicada hacia la cabecera de mi cama. Fue un momento mágico que duró alrededor de 5 minutos. A la mañana siguiente lo comentamos con mi compañero de habitación, un amigo sueco que conocí en el trayecto del bus y que me invitó a conocer ese pueblo. El llevaba 6 meses viajando por Marruecos y estaba completamente enamorado de Chefchaouen.
A propósito de las emociones que transmite el Flamenco, quisiera compartir con ustedes esta nota que escribió Ricardo Román en su Blog.
"Lo primero que recuerdo de aire flamenco fue el concierto de Paco de Lucía en San Francisco con John McLaughlin y Al Di Meola. Entonces, me costó asumir el flamenco cantado, salvo esas variedades fiesteras como Gipsy King o Azucar Moreno o los creativos y fusionados Ketama.Todo cambió en España, cuando asistí a los primeros tablaos en que una gitana se tiraba una canción de la Rocío Jurado en versión capela y ponía los pelos de punta, o en una capilla medieval de piedra en Extremadura me emocionaba con los cantes más puros del flamenco, muchos de ellos a puro eco de la inglesia. Es eso estaba cuando llegó a mis manos, vía una buena amiga de Badajoz, el disco que más me ha impresionado del flamenco, de voz de Enrique Morente, un "granaíno" de los más clásicos del flamenco moderno. La obra se llama Lorca y está basada en una serie de poemas de Federico García Lorca. Es una mezcla de aires de los más diversos, a veces me recuerda Brasil, pero también trae el coro de Voces Húngaras. Aquí quiero destacar La Leyenda del Tiempo.Hay otra versión de este poema, de Camarón de la Isla, que marcó toda una revolución en el flamenco. Camarón es todo un innovador en su arte, como lo propio es Morente y el mismo Lorca, pero camarón también es como un Gardel. Hizo famoso en el mundo el flamenco y se convirtió en un mito al morir demasiado joven. Hay muchos que dicen que Camarón "canta cada día mejor". Podemos hablar mucho más de flamenco y todas sus aristas, como podemos ver condesado en estas líneas, ya lo haremos. Por ahora, quería ofrecerles este poema La leyenda del tiempo..."

LA LEYENDA DEL TIEMPO
El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Sobre la misma columna,
abrazados sueño y tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.
¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!
Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
Para saber más de flamenco:
Triste y azul.com
posted by Ricardo Roman Toro

8 de julio de 2005


Los Alpes, sur de Francia
ecoestadistica.com